Un chequeo de cabeza


Hace exactamente 20 años se editó este disco. Yo tenía entonces 14 años, y me marcó como solo la música que escuchas a esa edad te puede marcar. Hay personas, como mi viejo, que son capaces de recordar que estaban haciendo la primera vez que escucharon a The Beatles. Yo soy de otra generación. Yo curtí los Beastie Boys a full. En realidad, recuerdo perfectamente que antes de escuchar el cd, quizás meses antes, leí sobre este disco la nota de tapa que le dedicó el suplemento No de Página 12. El título era – y cito de memoria – «Coctel Molotov». O quizás no, quizás el título no fuera ese. De lo que estoy seguro es que estaba con Gabriel «Gallo» Albizuri y Lucio Leiva leyendo el diario a la vuelta del colegio. Sobre la calle Humboldt, a metros de El Salvador. El colegio sigue ahí, aunque el barrio ya no es el mismo. Seguro que nosotros tampoco somos los mismos que solíamos ser.
Al menos yo, no volví a ver el mismo luego de este «chequeo de cabeza».

Sueño de una tarde de primavera

Me dormí una hora de siesta. Soñé que caminaba por un barrio de Buenos Aires que me era totalmente desconocido. Llegué a una cafetería, como esas de las películas gringas. Los unicos clientes que había adentro eran un «pibe chorro» y un policía de la Federal. Conversaban en tono relajado sobre alguien que estaba herido en un hospital. Estaban acodados en la barra y bebían café. Yo estaba llamativamente sucio y desprolijo, pero así y todo ninguno se fijó en mi. Miré una de las paredes y donde esperaba encontrar una imágen de Elvis había un poster de Joe Strummer. La empleada – o tal vez fuera la dueña, no lo sé – que atendía el negocio era una negra uruguaya. Su amabilidad era tan grande como su culo. Me ofreció una porción de bizcochuelo, gratis, mientras esperaba por mi café. El bizcochuelo era buenísimo y yo supe, súbitamente, que estaba en el mejor lugar del mundo.